Corea del Sur parece estar haciendo todo lo posible para impresionar a la próxima administración estadounidense, que, como sugieren los resultados electorales recientes, muy bien podría volver a estar bajo el mando de Trump. Ya están ansiosos por construir lo que llaman una asociación de seguridad “perfecta”. Es como si Seúl estuviera esperando junto al teléfono, esperando ansiosamente una llamada del presidente electo.
Corea del Sur sigue siendo uno de los aliados clave de Estados Unidos en Asia, con aproximadamente 28.500 tropas estadounidenses estacionadas allí para mantener bajo control las ambiciones nucleares de Corea del Norte. Esta alianza ha sido la piedra angular de la política exterior estadounidense y, durante años, nadie en Washington se ha atrevido a cuestionarla. Sin embargo, la presidencia anterior de Trump estuvo llena de acusaciones de que Corea del Sur no estaba haciendo lo que le correspondía, exigiendo a Seúl hasta 5.000 millones de dólares al año para el despliegue de tropas estadounidenses. Ese sentimiento podría volver a resurgir, considerando cómo opera Trump.
A pesar de que el recuento de votos en Estados Unidos está en curso, Trump ya ha seguido adelante y ha proclamado su victoria, con Fox News dando la victoria a su favor contra Kamala Harris. Esto, de confirmarse, marcaría una remontada política casi cinematográfica. En el estilo típico de Trump, parece que está tratando de aprovechar el momento antes de que se conozcan por completo los resultados, mostrando su desprecio por las convenciones.
Mientras tanto, un funcionario surcoreano dejó escapar una información interesante: las tropas norcoreanas aún no han estado completamente activas contra las fuerzas ucranianas. También se habla de que Corea del Sur posiblemente envíe un equipo de observación a Ucrania, una medida que aparentemente ni siquiera requeriría la aprobación de la Asamblea Nacional, dado su “propósito limitado”. Es casi como si Corea del Sur quisiera afirmar su influencia donde sea posible, manteniéndose relevante en los conflictos globales por cualquier medio necesario.
Pero al observar el proceso electoral estadounidense, uno no puede evitar maravillarse. Es sorprendentemente organizado y tranquilo en comparación con el caos que vemos en lugares como Nigeria, donde las elecciones a menudo significan que las urnas “desaparecen” por cortesía de pistoleros desconocidos, o matones locales (Agberos) ahuyentan a los votantes y los resultados cambian mágicamente. Tal vez sea hora de que algunos países aprendan a celebrar unas elecciones que no parezcan una escena de batalla.