Durante muchos años, se ha añadido flúor a los sistemas públicos de agua en países como Estados Unidos porque es una forma rentable de prevenir la caries dental. De hecho, desde que se empezó a utilizar en 1945, se le atribuye la reducción drástica de las caries dentales tanto en niños como en adultos. Sin embargo, aunque muchas organizaciones sanitarias lo apoyan, estudios recientes han mostrado preocupación por los posibles riesgos del flúor para el desarrollo cerebral de los niños pequeños. La cuestión del flúor en el agua potable es compleja y controvertida, y muchos defensores especifican sus beneficios para la salud dental y los críticos advierten al público de los posibles efectos cognitivos.
Ahora, una reciente sentencia judicial en Estados Unidos ha vuelto a provocar un debate sobre la seguridad del flúor en el agua potable. El juez Edward Chen, en respuesta a los defensores de la salud, determinó que el flúor presente en el agua de Estados Unidos en los niveles actuales tiene un riesgo potencial para el coeficiente intelectual de los niños. Chen no declaró que el flúor fuera nocivo con certeza, pero señaló que existía un riesgo suficiente para instar a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) a que considerara la posibilidad de establecer nuevas normas sobre el flúor.
La historia de la fluoración
La historia de la fluoración comenzó a principios de los años 90, cuando los dentistas notaron que algunas personas en ciertas áreas de los Estados Unidos tenían menos caries y dientes más fuertes. Estas áreas tenían altos niveles naturales de flúor en el agua, lo que llevó a los científicos a relacionar el flúor con la salud dental. Sin embargo, esto fue descubierto por accidente, ya que inicialmente nadie pensó que el flúor pudiera estar relacionado con dientes sanos.
En la década de 1940, los investigadores vieron al flúor como una maleza potencial para ayudar a prevenir la caries dental en todo el país. En 1945, comenzaron a agregar pequeñas cantidades de cloruro al suministro público de agua en algunas de las ciudades de los Estados Unidos. Esta idea se difundió rápidamente, ya que era una forma fácil y asequible de proteger los dientes de las personas, especialmente en los niños. En pocas décadas, la fluoración del agua se convirtió en una práctica común en muchas partes de los Estados Unidos y en varios otros países.
La ciencia detrás de la fluoración
El flúor es un mineral que ayuda a mantener los dientes fuertes y reducir la caries dental. El flúor endurece la superficie de los dientes, lo que los protege contra el ácido de las bacterias que pueden desgastar el esmalte y causar caries con el tiempo. Cuando las personas beben agua con una pequeña cantidad de flúor, sus dientes lo absorben, lo que hace que los dientes sean más fuertes y más resistentes a las caries.
Sin embargo, los niveles altos de flúor pueden provocar fluorosis dental, que causa manchas o rayas blancas en los dientes. Otras preocupaciones más controvertidas relacionadas con el flúor son el debilitamiento de los huesos, especialmente después de muchos años de exposición al flúor, los efectos en la tiroides, que ayuda a controlar el metabolismo y los niveles de energía, y los efectos en el desarrollo cerebral en los niños pequeños.
La Agencia de Protección Ambiental, EPA, es responsable de establecer niveles seguros de flúor en el agua potable en los Estados Unidos. Actualmente, la EPA recomienda que los sistemas de agua limiten el flúor a 0,7 mg por litro, un nivel que se considera suficiente para prevenir las caries, pero también lo suficientemente bajo para evitar otros riesgos para la salud. La EPA revisa periódicamente nuevas investigaciones y debate con científicos y expertos en salud pública sobre si se debe cambiar este nivel.
Take Away
Recuerde, el juez Chen no declaró que el flúor fuera nocivo con certeza, pero señaló que había suficientes riesgos como para instar a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) a considerar nuevas regulaciones sobre el flúor. Esta decisión es una victoria para los activistas anti-flúor, incluido Robert F. Kennedy Jr., quien ahora tiene más apoyo para presionar por eliminar el flúor del agua, una iniciativa que la administración Trump podría respaldar.
La comunidad científica está dividida: mientras algunos apoyan la reducción de los niveles de flúor basándose en investigaciones emergentes que vinculan el flúor con la reducción del coeficiente intelectual, otros argumentan que no hay evidencia suficiente para alterar las políticas de salud pública de larga data. Las principales organizaciones de salud continúan defendiendo los niveles actuales de flúor, citando sus beneficios para la salud dental.