El invierno se acerca a Ucrania, con temperaturas bajo cero y una crisis energética cada vez más profunda. Los recientes ataques aéreos de Rusia a las centrales eléctricas ucranianas han dejado tambaleándose la infraestructura energética del país. A pesar de las persistentes afirmaciones de Moscú de que las instalaciones civiles no son el objetivo, la evidencia sugiere lo contrario. Para millones de ucranianos que dependen de la energía para sobrevivir al duro invierno, la situación se está volviendo cada vez más grave.
Los esfuerzos para reparar la infraestructura energética dañada durante la primavera y el verano habían posicionado a Ucrania para un invierno relativamente estable. Pero dos huelgas importantes, el 17 y el 28 de noviembre, han revertido meses de progreso. Los trabajadores de la energía ahora enfrentan la abrumadora tarea de restaurar sistemas críticos en medio de condiciones gélidas, con temperaturas que rondan los 0 °C (32 °F). La amenaza de apagones y cortes prolongados se cierne sobre ellos.
Trabajadores de la energía: héroes en medio del caos
En medio del aluvión de misiles rusos, los trabajadores de la energía han surgido como héroes silenciosos. En una planta eléctrica bombardeada, un grupo de trabajadores decididos continúa operando en circunstancias extraordinarias. Algunos se refugian durante los ataques, mientras otros permanecen sobre la tierra, manteniendo manualmente el sistema funcionando en una sala de control fortificada con sacos de arena.
Serhii, un jefe de turno de 52 años, lleva más de tres décadas en la planta. Sus manos, callosas por años de duro trabajo, son un testimonio de su dedicación. “Cuando hay ataques, nos quedamos aquí aunque sabemos que nos van a atacar misiles”, dijo. “Decir que no tenemos miedo no sería cierto. Somos gente normal y, por supuesto, tenemos miedo”.
Fuera de la sala de control, la planta muestra las cicatrices de los incesantes ataques. Hay agujeros enormes en las paredes de la sala de máquinas y equipos destrozados esparcidos por el suelo. Los trabajadores con monos manchados de aceite trepan por encima de las unidades dañadas, apresurándose a completar las reparaciones.
Una red bajo asedio
La planta atacada es una de las cinco centrales térmicas operadas por DTEK, el mayor proveedor privado de energía de Ucrania. Antes de la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022, estas instalaciones suministraban aproximadamente una cuarta parte de la electricidad de Ucrania. Hoy, son un punto focal de la estrategia rusa para sumergir al país en la oscuridad mientras se instala el tercer invierno de la guerra.
Rusia ha justificado sus ataques, alegando que la red energética de Ucrania es un objetivo legítimo en tiempos de guerra. Sin embargo, el costo humano es innegable. Cada ataque con misiles empuja a miles de personas a la oscuridad y el frío, profundizando las penurias de una población que ya está lidiando con la devastación de la guerra.
Para proteger la planta de nuevos ataques, DTEK ha mantenido su ubicación y detalles de producción clasificados. La instalación suele proporcionar electricidad y calefacción a cientos de miles de personas, lo que convierte cada reparación en una carrera contra el tiempo para evitar más sufrimiento.
“Los ataques de noviembre nos retrasaron seis meses”, dijo Oleksandr, otro trabajador de alto rango en la planta. A los 52 años, su frustración es palpable mientras describe la ardua batalla para restaurar la funcionalidad.
La determinación de una nación
El sector energético de Ucrania se ha convertido en un poderoso símbolo de la resiliencia del país. Cada esfuerzo de reparación refleja una lucha más amplia para mantener la normalidad frente a ataques implacables. Para trabajadores como Serhii y Oleksandr, la misión es profundamente personal. “No somos soldados, pero esta es nuestra lucha”, dijo Serhii.
Sin embargo, los desafíos están aumentando. Las fuerzas rusas están avanzando en el este y las incertidumbres globales se ciernen sobre ellos ahora que Donald Trump asumirá la presidencia de Estados Unidos en enero. Los próximos meses prometen poner a prueba la resistencia de Ucrania como nunca antes.