El presidente Bola Tinubu dio a conocer el miércoles la propuesta presupuestaria para 2025, calificándola de “Presupuesto de Restauración”, al presentarla en una sesión conjunta de la Asamblea Nacional. Con promesas ambiciosas y proyecciones audaces, esta propuesta de 47,9 billones de naira parece apuntar a todo: seguridad, prosperidad y mucho más.
En su discurso de 30 minutos, Tinubu destacó las asignaciones clave, haciendo hincapié en la defensa y la seguridad con 4,91 billones de naira, la infraestructura con 4,06 billones de naira, la educación con 3,5 billones de naira y la salud con 2,4 billones de naira.
Una cifra destacada del presupuesto son los 15,81 billones de naira destinados al servicio de la deuda. El servicio de la deuda por sí solo supone un tercio de todo el presupuesto. Tinubu, con su optimismo característico, aseguró a los nigerianos que la reducción de la deuda es una prioridad, diciendo: “Prometo que tenemos que reducirla”. Un pensamiento reconfortante, salvo por la evidente realidad de que la deuda se ha disparado bajo su administración, lo que genera inquietudes sobre cuán realistas son esas promesas.
Para financiar este audaz presupuesto, el gobierno cuenta con unos ingresos proyectados de 34,82 billones de naira, lo que deja un déficit presupuestario de 13,08 billones de naira, el 3,89 por ciento del PIB. Aunque Tinubu describe esto como un paso necesario para “reestructurar y renovar” la economía, creo que Nigeria está endeudándose con garantías de su futuro sin un plan claro para generar los ingresos necesarios para compensar estos déficits.
Las proyecciones de Tinubu para la inflación y los tipos de cambio son igualmente confusas. El Presidente afirma que la inflación se reducirá del 34,6% al 15% y que el tipo de cambio se estabilizará en 1.500 nairas por dólar, por debajo de los 1.700 nairas actuales. Son objetivos admirables, pero dado el historial del gobierno, estos objetivos podrían ser simplemente otro conjunto de cifras diseñadas para apaciguar a los nigerianos.
En medio de las elevadas promesas, Tinubu se aseguró de destacar su enfoque en “construir prosperidad” a través de fuertes asignaciones a la defensa y la seguridad. Si bien nadie niega la importancia de la seguridad nacional, la asignación de 4,91 billones de naira a este sector plantea interrogantes sobre las prioridades del gobierno cuando la educación y la atención de la salud siguen padeciendo una negligencia sistémica. El gobierno está más interesado en librar batallas externas que en abordar la guerra interna contra la pobreza, el analfabetismo y la mala atención de la salud.
La asignación de 2,4 billones de naira al sector de la salud y de 3,5 billones de naira a la educación puede parecer impresionante a primera vista, pero palidece en comparación con lo que se necesita para cambiar estos sectores críticos. Las universidades nigerianas siguen luchando contra la falta de financiación y los hospitales siguen estando mal equipados, lo que obliga a los ciudadanos a buscar atención médica en el extranjero.
El “Presupuesto de Restauración” de Tinubu es ambicioso, pero sin estrategias prácticas y una implementación transparente, corre el riesgo de convertirse en otro ejercicio de futilidad.
