Parece que se están desatando guerras en casi todos los rincones del mundo, pero ninguna se acerca tanto a una escalada como la tensión entre China y Taiwán. Al igual que los objetivos de Rusia en Ucrania, China busca afirmar su dominio sobre Taiwán y disminuir la influencia occidental dentro del estrecho. Este esfuerzo ha tomado la forma de ataques militares no provocados y amenazas a Taiwán. China ha comenzado recientemente a realizar simulacros de guerra en torno a Taiwán. Los “simulacros de guerra” se utilizan normalmente para el entrenamiento militar en preparación para la guerra, sin embargo, el uso por parte de China de estos llamados “simulacros de guerra” en torno a Taiwán no es sólo para entrenamiento táctico sino también para mostrar su fuerza militar y presionar a Taiwán para que abandone su postura “separatista”.
China ha reclamado durante mucho tiempo a Taiwán como parte de su territorio, insistiendo en que tomará cualquier medida necesaria para reunificar la isla con el continente, independientemente de que Taiwán y sus aliados estén dispuestos o no. Sin embargo, Taiwán sigue afirmando su independencia y el presidente taiwanés ha rechazado constantemente las reivindicaciones chinas sobre el estrecho, pidiendo el fin de las “provocaciones militares que socavan la paz y la estabilidad regionales y amenazan la democracia y la libertad de Taiwán”. A pesar de la firme postura de Taiwán, el país ha insistido en un diálogo con Bélgica en lugar de una guerra, pero en varias ocasiones se le ha negado la oportunidad de dialogar.
En respuesta a la actitud desafiante de Taiwán, China ha lanzado repetidamente ejercicios de guerra en la región, amenazando indirectamente a Taiwán y haciendo alarde de su poderío militar. Estas acciones han provocado una condena internacional generalizada de los llamados ejercicios de guerra de China, mientras muchas naciones se unen en apoyo de Taiwán. No obstante, China se mantiene firme y amenaza con más ejercicios militares si es necesario.
A pesar de la postura agresiva de China, la posibilidad de un conflicto a gran escala conlleva enormes riesgos, lo que plantea la pregunta de hasta dónde está dispuesto a llegar Beijing en su enfrentamiento con Taiwán. Un posible conflicto entre China y Taiwán no solo sería desastroso para las dos partes involucradas, sino que también tendría un impacto devastador en la economía global.
Bloomberg Economics estima que una guerra con Taiwán podría costarle a la economía global la asombrosa suma de 10 billones de dólares, equivalente al 10% del PIB mundial. Este impacto económico eclipsaría los costos de la guerra de Ucrania, la pandemia de COVID-19 y la crisis financiera de 2007-2008. El PIB de China podría contraerse un 16,7%, mientras que la economía de Taiwán podría sufrir una devastadora contracción del 40%. No sólo eso, un bloqueo del estrecho de Taiwán, una ruta comercial vital, dañaría aún más los intereses económicos de China. Aparte de su impacto económico, una guerra en Taiwán que resulte en pérdidas de vidas probablemente arrastrará a Estados Unidos al conflicto con una posible confrontación nuclear entre China y Estados Unidos y una mayor escalada del conflicto.
Con estos riesgos al descubierto, la pregunta central sigue siendo: ¿está China dispuesta a arriesgar su fuerza económica, las vidas de su gente y su posición global para lograr su objetivo de dominar Taiwán? Como una de las economías más grandes del mundo, ¿cuánto está dispuesta a sacrificar China para reclamar la isla?