Cientos de personas se reunieron en Didim (Turquía), ondeando banderas turcas y palestinas, para despedir a Ayşenur Ezgi Eygi, activista turco-estadounidense de 26 años que murió tiroteada en Cisjordania, ocupada por Israel. El funeral del sábado no tuvo nada de ordinario: los altos cargos de Turquía, el Vicepresidente Cevdet Yilmaz, el Ministro de Asuntos Exteriores Hakan Fidan y el Presidente del Parlamento Numan Kurtulmus, se unieron al líder de la oposición Ozgur Ozel para presentar sus respetos. No se trata de una tragedia local, sino nacional, y Turquía culpa directamente a Israel.
La muerte de Eygi ha provocado indignación, y con razón. Una guardia de honor portó su ataúd, cubierto con la bandera turca, un símbolo de cómo su muerte trascendió la pérdida personal y se convirtió en una cuestión nacional. Kurtulmus no se contuvo en sus comentarios. «La sangre de Ayşenur Eygi es tan sagrada como la de todos los mártires palestinos, y la seguiremos hasta el final», declaró, dejando claro que Turquía considera su muerte como parte de una lucha más amplia. Palabras audaces, pero ¿puede Turquía exigir responsabilidades a Israel? La comunidad internacional tiene un largo historial de hacer la vista gorda ante estos asesinatos «involuntarios».
Al parecer, Eygi fue asesinado el 6 de septiembre durante una protesta contra la expansión de los asentamientos israelíes, un acto que terminó con un derramamiento de sangre. Israel, como era de esperar, afirmó que el tiroteo fue un error durante una manifestación caótica. ¿Cuántas veces hemos oído eso antes? Kurtulmus, sin embargo, no se lo creía.
«Le dispararon directamente detrás de la oreja izquierda», reveló, sin escatimar detalles. Turquía ya ha anunciado sus planes de solicitar órdenes de detención internacionales, calificando el incidente de «asesinato intencionado».
El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la Vicepresidenta, Kamala Harris, expresaron su decepción, aunque algunos dirán que se trata de la habitual palabrería, afirmando que el asesinato de Eygi era «inaceptable». Claro, pero ¿qué sigue? ¿Se enfrentará Israel a alguna consecuencia real, o se trata de otro caso de teatro político en el que todo el mundo señala con el dedo pero no hace nada?
Turquía parece decidida a seguir adelante, al menos sobre el papel. Kurtulmus prometió que Turquía «garantizará que este caso se persigue hasta el final» y exigirá responsabilidades a Israel «en todos los tribunales internacionales». Declaraciones audaces, pero el historial de Turquía en batallas legales internacionales no es precisamente optimista. Se han realizado autopsias de acuerdo con las «normas internacionales» y se han celebrado oraciones por Eygi en ciudades como Estambul y Ankara. Pero, ¿es suficiente?
La muerte de Eygi puede ser un capítulo más de la larga historia de derramamiento de sangre en la región, un símbolo de la facilidad con que se pierden vidas humanas en los juegos geopolíticos.