La reciente demolición de viviendas y propiedades en Ruga y otras comunidades de Abuja, la capital de Nigeria, ha provocado importantes disturbios y protestas, y muchos residentes exigen la destitución de Nyesom Wike como Ministro del Territorio de la Capital Federal (FCT). Los residentes acusan a Wike de aplicar “políticas perversas” que atacan injustamente a las comunidades de bajos ingresos, empujando a las personas vulnerables a una situación aún más difícil.
Sin embargo, Wike ha defendido sus acciones, describiendo las demoliciones como parte de una “operación de barrido” para limpiar la ciudad de lo que él llama “actividades percibidas como molestas y delictivas”. Pero los críticos sostienen que su enfoque ha afectado principalmente a los barrios pobres donde muchas personas desplazadas se han asentado para ganarse la vida.
Para estos críticos, los métodos de Wike parecen estar menos orientados a abordar la delincuencia y más a desplazar a comunidades ya marginadas. Argumentan que obligar a los residentes a abandonar sus hogares y negocios altera su capacidad de ganarse la vida, empujándolos más cerca de la ciudad en busca de supervivencia. Esto, dicen, podría empeorar los mismos problemas que el Ministro dice estar abordando, creando una nueva ola de personas sin hogar y congestión urbana.
Los residentes cuestionan los motivos de las demoliciones
Para muchos en Abuja, las recientes acciones del FCT parecen menos un esfuerzo de mejora urbana y más una apropiación calculada de tierras. Los residentes locales han empezado a llamar a Wike un “apropiado de tierras”, lo que refleja un sentimiento de que sus políticas favorecen a los promotores inmobiliarios ricos por encima de los ciudadanos comunes. Esta no es la primera vez que Abuja ha sido testigo de demoliciones a gran escala bajo la administración del FCT. La semana pasada, los promotores inmobiliarios criticaron a Wike después de que las demoliciones destruyeran propiedades valoradas en más de N200 mil millones, citando las revocaciones de títulos de propiedad como base para estas acciones.
En septiembre, los residentes nativos del FCT suplicaron a Wike que dejara de demoler sus comunidades rurales sin una compensación justa. Alrededor de 100 casas en la aldea de Kpaduma II, ubicada en el distrito de Guzape, fueron destruidas sin previo aviso, dejando a las familias sin un lugar a donde ir.
La tendencia de demolición ha continuado. En agosto, más de 200 familias de Nuwalege, una comunidad rural situada junto a la carretera del aeropuerto de Abuja, perdieron sus hogares para dar paso a una ampliación de la flota aérea presidencial. Muchos residentes, que habían vivido allí durante años, se quedaron sin hogar y sin medios para reconstruir sus vidas.
¿Cuál es el mayor impacto?
Hasta ahora, se estima que 1.000 familias han sido desplazadas en Abuja solo este año, a menudo con poca o ninguna compensación.
Si bien el gobierno puede argumentar que estas acciones son parte de un plan más amplio para desarrollar la ciudad, debe recordar su deber constitucional de garantizar un refugio adecuado para todos los ciudadanos. Sin un apoyo adecuado para el reasentamiento, estas demoliciones podrían dejar cicatrices duraderas en el tejido social y económico de Abuja. El aumento de los costos de vida en toda Nigeria, combinado con el desplazamiento masivo, podría llevar a más personas a la falta de vivienda, lo que aumentaría la inseguridad en la capital. Si no se controla, la estrategia de demolición del FCT corre el riesgo no solo de empeorar las condiciones de vida de las familias desplazadas, sino también de crear más inestabilidad en Abuja para todos sus residentes.
En resumen:
Las demoliciones que se están llevando a cabo en Abuja plantean preguntas urgentes sobre el enfoque del FCT en materia de desarrollo urbano. A medida que más familias se ven desarraigadas sin alternativas viables, el gobierno debe considerar los costos sociales de sus acciones y el impacto en la seguridad y la estabilidad a largo plazo de Abuja.