Funcionarios alemanes y franceses se reunirán el martes en Damasco con las nuevas autoridades gubernamentales de Siria, lo que marca una sorprendente expansión del compromiso occidental con la administración encabezada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Esto ocurre apenas horas después de que los diplomáticos británicos mantuvieran su propia reunión de alto nivel el lunes por la noche con el nuevo líder, Ahmed al-Sharaa, anteriormente conocido por su nombre de guerra, Abu Mohammed al-Golani.
El ascenso de Sharaa al poder se produce tras el impactante derrocamiento de Bashar al-Assad hace apenas nueve días, un acontecimiento que ha trastocado el statu quo geopolítico en Siria y ha provocado una conmoción en Moscú y Teherán, partidarios desde hace mucho tiempo del régimen de Assad. Sin embargo, aunque los estados occidentales abren cautelosamente canales hacia Damasco, siguen enredados en una red de contradicciones: después de todo, HTS sigue siendo oficialmente designada como organización terrorista debido a su pasado como filial de al-Qaeda.
La crisis monetaria y los llamados a aliviar las sanciones
Ante el enorme desafío de gobernar un país destrozado, el recién nombrado primer ministro de Sharaa lanzó una dura advertencia: las reservas de divisas de Siria están peligrosamente agotadas. Al mismo tiempo, el propio Sharaa aprovechó su reunión con la delegación británica para presionar a favor del alivio de las sanciones y el restablecimiento de los vínculos, y afirmó que esas medidas eran cruciales para el regreso de millones de refugiados sirios desplazados.
Sin embargo, las potencias occidentales deben lidiar con la imagen que puede tener el diálogo con el HTS. Las imágenes cuidadosamente seleccionadas de la reunión, en las que Sharaa aparece vestido de traje y camisa abierta, parecen calculadas para proyectar moderación, un alejamiento deliberado de su pasado militante. Sin embargo, los críticos sostienen que este cambio de imagen suave no contribuye a borrar los orígenes extremistas del grupo.
Cálculos occidentales: ¿realpolitik o apuesta arriesgada?
La presencia de funcionarios británicos en Damasco indica un cambio pragmático, aunque incómodo. El ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Lammy, enfatizó la importancia de dialogar tanto con las autoridades interinas como con los grupos de la sociedad civil, aunque no llegó a respaldar directamente al nuevo régimen. Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania confirmó sus propios planes para las conversaciones, describiendo con cautela las acciones de la dirigencia del HTS hasta el momento como “prudentes”, aunque reconociendo sus “raíces en la ideología de Al Qaeda”.
Esta delgada línea entre el compromiso y el respaldo pone de relieve el dilema de Occidente: ¿deberían priorizar la estabilidad y la reanudación del compromiso, o permanecer firmes en el aislamiento de los grupos con pasados extremistas?
Una sombra de incertidumbre
Las nuevas autoridades de Damasco han actuado rápidamente para consolidar el control sobre las instituciones estatales, pero su visión a largo plazo para Siria sigue siendo turbia. Las promesas de Sharaa de un “estado de derecho e instituciones” suenan huecas para muchos observadores, dada la trayectoria de autoritarismo y rigidez ideológica de HTS.
Los funcionarios occidentales también están luchando con el escepticismo público en su país. ¿Cómo pueden los gobiernos justificar la negociación con un grupo que, no hace mucho, era sinónimo de extremismo y violencia? Los críticos advierten que tales aperturas corren el riesgo de legitimar a HTS, socavando los esfuerzos internacionales para combatir el terrorismo.
Las consecuencias geopolíticas
El derrocamiento de Assad, que en el pasado era una figura inamovible en el panorama político sirio, representa una gran derrota para Rusia e Irán y plantea interrogantes sobre el futuro equilibrio de poder en la región. Los gobiernos occidentales, recelosos de dejar un vacío que puedan aprovechar sus adversarios, parecen ansiosos por explorar nuevas posibilidades diplomáticas. Sin embargo, el camino a seguir está plagado de incertidumbre.
Por ahora, la relación occidental con Damasco parece una apuesta arriesgada: un paso tentativo hacia una nueva relación, ensombrecido por dudas sobre las intenciones y la legitimidad de HTS. Queda por ver si este cambio representa un esfuerzo pragmático para estabilizar a Siria o una capitulación peligrosa.