Durante el fin de semana, Rusia y Ucrania intensificaron sus ataques mutuos. El sábado por la noche, Moscú lanzó un total de 145 drones, la mayor cantidad en una sola noche desde el inicio del conflicto. En respuesta, Ucrania llevó a cabo su ataque con drones más extenso hasta el momento contra Moscú, interrumpiendo los vuelos en dos aeropuertos importantes de la capital rusa.
Según el Ministerio de Defensa de Rusia, un total de 34 drones atacaron Moscú. Las defensas aéreas rusas los interceptaron y destruyeron todos sobre la región de Moscú entre las 7 a.m. y las 10 a.m. del domingo por la mañana. Los drones derribados se encontraban sobre áreas como Ramenskoye, Kolomna y Domodedovo, según informó el gobernador regional de Moscú, Andrey Vorobyov.
En una declaración del domingo, el presidente Volodymyr Zelensky proporcionó una actualización sobre los ataques, señalando: “Anoche, Rusia lanzó un récord de 145 Shaheds y otros drones de ataque contra Ucrania”. Los drones Shahed, explicó, son drones de ataque unidireccionales rentables programados para alcanzar objetivos específicos de forma autónoma.
Zelensky agregó que durante la semana pasada, Rusia había utilizado más de 800 bombas aéreas guiadas, aproximadamente 600 drones de ataque y casi 20 misiles de varios tipos contra Ucrania. El Comando de la Fuerza Aérea de Ucrania confirmó en un comunicado que Rusia había desplegado un número récord de drones en el ataque del sábado por la noche, y hasta las 9:30 a.m. hora local del domingo, las defensas ucranianas habían derribado con éxito 62 drones.
Además, la Fuerza Aérea señaló que 67 drones enemigos habían perdido sus señales de ubicación en varias regiones de Ucrania, mientras que otros 10 vehículos aéreos no tripulados rusos abandonaron el espacio aéreo ucraniano, en dirección a Moldavia, Bielorrusia y Rusia.
Los recientes contraataques de Ucrania contra Moscú sugieren una creciente fortaleza de su capacidad defensiva. Si bien este cambio representa una ventaja estratégica para Ucrania, también indica repercusiones significativas para Rusia, que ahora enfrenta el desafío de defender su propia capital de ataques frecuentes.